Ocurrió en Francia, 2006

Tenía 13 años y era la primera vez que me disponía a salir de España. Por delante 10 días de intercambio en Francia. La mitad de mi estancia la pasaría en una familia de acogida en Lille (al norte del país galo) y el resto en París, hoy convertida en el epicentro del terror. El viaje iba a tener lugar entre finales de marzo y comienzos de abril de 2006. Habían pasado ya dos años desde aquel 11 de marzo en el que volví a casa del colegio para encontrarme con mis padres pálidos mirando el televisor. Dos años desde que por me planteé por primera vez la magnitud de palabras como “yihadismo” e “islam”. ¿Eran lo mismo? No recuerdo con exactitud pero me atrevería a decir que una parte de mi sí que unió estos dos conceptos como uno propio.

El sacar a reflotar estos prejuicios tiene su explicación: se me designó una familia musulmana para acogerme durante mi estancia en Lille. No sentía miedo más allá de los nervios típicos de quién afronta un viaje al extranjero por primera vez, pero sí una sensación de incertidumbre ¿Qué me voy a encontrar allí? Recuerdo todo esto a la perfección porque la lección que me llevé me ha ayudado muchas veces a no caer en generalizaciones estúpidas.

Tras un viaje en autobús desde Valladolid a Lille sólo tenía ganas de coger una cama y descansar en condiciones. A la salida del autobús nos esperaban nuestras familias de acogida. Allí estaba Mohamed con su padre. Recuerdo perfectamente como sonreían (especialmente el padre) y como me preguntaban continuamente que quería hacer. Antes de llevarme a casa, me dieron un breve recorrido por la zona y visitamos un centro comercial. Todo con una educación y amabilidad de manual. Me quedé dormido en el viaje de vuelta a casa y me despertaron con otra sonrisa al llegar.

Con Mohamed incluido, en total eran 3 hermanos y 3 hermanas. Ellas eran seguidoras de 1,2,3 (así es como llamaron en Francia a UPA Dance, serie que gozó de bastante éxito en el país vecino) y recuerdo que me dijeron que Miguel Ángel Muñoz les parecía guapo. Ellos disfrutaban jugando a los videojuegos. La madre me preguntó por mis platos favoritos y si tenía ganas de probar el couscous. En la primera conversación telefónica con mis padres no dejaba de dar detalles como estos que hoy recuerdo. Yo dormía en la habitación de los chicos en la que cama de Mohamed; él durmió en un colchón en el suelo. En las excursiones yo era de todos mis demás amigos españoles el que más comida llevaba preparada por la familia. Y comparando experiencias, la gentileza de esta familia era superior a la media de lo que me contaban los demás estudiantes.

No quedó en una experiencia de cinco días. Cada verano esta familia atravesaba Francia y España para ir en ferry a Argelia, su país de origen. Cinco meses después del intercambio, a su vuelta a Francia hicieron un desvío considerable de su ruta para poder conocer a mi familia de Valladolid. Un año después, durante mi segundo intercambio hicieron todo lo posible por volver a verme y pasé un día con ellos. En 2009 TODA la familia bajó desde Lille a París para pasar 1 hora conmigo y mi familia. Hasta hace 3 años aún manteníamos correspondencia por correo. Hace tiempo que no tengo noticias de aquella familia pero tengo bien arraigada la lección que me dieron. Nunca he sido católico practicante a pesar de estar bautizado pero ellos no tenían por qué saberlo y me abrieron sus puertas ofreciéndome lo mejor que tenían. Durante cinco días me nombraron rey de aquella casa, cambiaron sus rutinas para mi mejor comodidad y me enseñaron una nueva dimensión de respeto que aún hoy recuerdo.

Esta bien podría ser una de esas historias bonitas pero de dudosa veracidad que salen a relucir en mitad de desastres para que todos veamos la bondad de la humanidad pero no esa mi intención. Mi objetivo es más bien es intentar que esta historia sirva para remarcar la diferencia entre musulmán y yihadista. Una diferencia básica teniendo en cuenta que si bien hoy nos toca llorar víctimas en París, el gran grueso de estos atentados recae precisamente sobre población musulmana. Una diferencia esencial para comprender que los miles de refugiados musulmanes que hoy piden socorro a Europa vienen huyendo del horror de los mismos yihadistas a los que hoy llamamos asesinos.

No es guerra de religiones. Es barbarie contra humanidad.